LENGUA Y LITERATURA – 1er AÑO “B”
ETAPA
DE AISLAMIENTO SOCIAL OBLIGATORIO
LENGUA
Y LITERATURA – PRIMER AÑO “B”- Prof. Marta Inés
Osorio Elías
Trabajo Práctico Nº 4
Requisitos:
Entrega de las actividades resueltas en tiempo y en forma.
En tiempo; viernes 22/05 a más tardar. Y en forma: En WORD, prolijo, completo, con interpretación
criteriosa de las consignas, cuidando la ortografía.
- Actividad 1: Texto literario. Lectura comprensiva
A continuación, se presenta una actividad para realizar un trabajo escrito, acerca de la escuela, en base al texto de ciencia ficción de Isaac Asimov, ¡Cómo se divertían!, que se encuentra transcripto al final de la actividad.
Luego de una o varias lecturas, comenzá a pensar qué te sugiere el texto o qué comentarios y dudas te genera, como por ejemplo: ¿Hay alguna parte del texto que no comprendiste? ¿Te sentiste identificado o identificada en algún momento?, y otras que vayan surgiendo.
/// Preguntas que abren el análisis del texto:
• ¿Qué te sugiere el hecho de que la acción transcurra el 17 de mayo del 2051?
(Tener en cuenta que el texto fue escrito en el año 1951).
• ¿Leíste algún otro texto en el que la acción transcurre en un tiempo futuro? ¿Cuál o cuáles?
• ¿Viste películas o series con estas características?
• Volviendo al texto, ¿a qué se refiere cuando habla de “profesor mecánico”? ¿A qué le llaman “escuela”? ¿Cómo son los exámenes?
• ¿Qué le encuentras de divertida a la escuela “de antes”, la del abuelo del abuelo de Margie y Tommy?
• ¿Compartís la idea de que la escuela es divertida? ¿Qué te divierte y qué te aburre de tu escuela?
• ¿Qué expectativas tenés respecto del nivel secundario que estás iniciando?
¿Qué cambios deseas que tenga respecto del nivel primario y qué te gustaría que siga siendo igual?
• ¿Qué propondrías para esa escuela? ¿Cómo consideras que tendrían que ser las evaluaciones? ¿Por qué?
Si disponés de algún dispositivo móvil, grabá tus opiniones a modo de respuesta de las preguntas anteriores.
Propuestas de escritura
Elegí dos o más de las siguientes propuestas y respondelas por escrito:
1. Escribí un comentario o una recomendación sobre el cuento que incluya qué te gustó, qué no, qué te llamó la atención y por qué, y si lo recomendarías a tus amigos y amigas.
2. Redactá los hechos de otro texto que hayas leído o de una serie o película, cuya acción transcurra en el futuro.
3. Explicá por escrito qué tiene de divertida y qué tiene de aburrida la escuela actual, según tu visión personal.
4. Elaborá un listado de características de la escuela Primaria que deseas que continúen y otros aspectos que deseas que cambien en la escuela Secundaria.
Fundamentar brevemente cada una de ellas.
5. Realizá un cuadro comparativo entre “el maestro automático” que presenta el cuento, y el “maestro humano”. Amplia las características que menciona o sugiere el cuento.
Texto seleccionado: ¡Cómo se divertían! de Isaac Asimov
Margie incluso lo escribió aquella noche en su diario, en la página encabezada con
la fecha 17 de mayo de 2157. « ¡Hoy, Tommy ha encontrado un libro auténtico!»
Era un libro muy antiguo. El abuelo de Margie le había dicho una vez que, siendo
pequeño, su abuelo le contó que hubo un tiempo en que todas las historias se imprimían en papel. Volvieron las páginas, amarillas y rugosas, y se sintieron
tremendamente divertidos al leer palabras que permanecían inmóviles, en vez de moverse como debieran, sobre una pantalla. Y cuando se volvía a la página anterior, en ella seguían las mismas palabras que se habían leído por primera vez.
- ¡Será posible! - comentó Tommy. ¡Vaya despilfarro! Una vez acabado el libro, sólo sirve para tirarlo, creo yo.
Nuestra pantalla de televisión habrá contenido ya un millón de libros, y todavía le queda sitio para muchos más. Nunca se me ocurriría tirarla.
- Ni a mí la mía -asintió Margie. Tenía once años y no había visto tantos libros de
texto como Tommy, que ya había cumplido los trece. - ¿Dónde lo encontraste? -
preguntó la chiquilla.
- En mi casa -respondió él sin mirarla, ocupado en leer. -En el desván.
- ¿Y de qué trata?
- De la escuela.
Margie hizo un gesto de disgusto. - ¿De la escuela? ¡Mirá que escribir sobre la escuela! Odio la escuela.
Margie siempre había odiado la escuela, pero ahora más que nunca. El profesor mecánico le había señalado tema tras tema de geografía, y ella había respondido
cada vez peor, hasta que su madre, meneando muy preocupada la cabeza, llamó al inspector. Se trataba de un hombrecillo rechoncho, con la cara encarnada y
armado con una caja de instrumental, llena de diales y alambres. Sonrió a Margie y le dio una manzana, llevándose luego aparte al profesor.
Margie había esperado que no supiera recomponerlo. Sí que sabía. Al cabo de una
hora poco más o menos, allí estaba de nuevo, grande, negro y feo, con su enorme
pantalla, en la que se inscribían todas las lecciones y se formulaban las preguntas.
Pero eso, al fin y al cabo no era tan malo. Margie detestaba sobre todo la ranura donde tenía que depositar los deberes y los ejercicios. Había que transcribirlos
siempre al código de perforaciones que la obligaron a aprender cuando tenía seis años. El profesor mecánico calculaba la nota en menos tiempo que se precisa para respirar. El inspector sonrió una vez acabada su tarea y luego, dando una
palmadita en la cabeza de Margie, dijo a su madre:- No es culpa de la niña, señora Jones. Creo que el sector geografía se había programado con demasiada rapidez.
A veces ocurren estas cosas. Lo he puesto más despacio, a la medida de diez años.
Realmente, el nivel general de los progresos de la pequeña resulta satisfactorio por completo... Y volvió a dar una palmadita en la cabeza de Margie. Ésta se sentía desilusionada. Pensaba que se llevarían al profesor. Así lo habían hecho con el de Tommy, por espacio de casi un mes, debido a que el sector de historia se había desajustado.
- ¿Por qué iba a escribir alguien sobre la escuela? -preguntó a Tommy.
El chico la miró con aire de superioridad.
- Porque es una clase de escuela muy distinta a la nuestra, tonta. El tipo de escuela que tenían hace cientos y cientos de años. -Y añadió con soberbia, recalcando las
palabras: -Hace siglos.
Margie se ofendió. - De acuerdo, no sé qué clase de escuela tenían hace tanto tiempo. -Leyó por un momento el libro por encima del hombro de Tommy y
comentó: - De todos modos, había un profesor.
- ¡Pues claro que había un profesor! Pero no se trataba de un maestro normal. Era un hombre.
- ¿Un hombre? ¿Cómo podía ser profesor un hombre?
Bueno... Les contaba cosas a los chicos y a las chicas y les daba deberes para casa y les hacía preguntas.
- Un hombre no es lo bastante listo para eso.
- Seguro que sí. Mi padre sabe tanto como mi maestro.
- No lo creo. Un hombre no puede saber tanto como un profesor.
- Apuesto a que mi padre sabe casi tanto como él.
Margie no estaba dispuesta a discutir tal aserto. Así que dijo: -No me gustaría tener en casa a un hombre extraño para enseñarme.
Tommy lanzó una aguda carcajada.
- No tienes ni idea, Margie. Los profesores no vivían en casa de los alumnos.
Trabajaban en un edificio especial, y todos los alumnos iban allí a escucharles.
- ¿Y todos los alumnos aprendían lo mismo?
- Claro. Siempre que tuvieran la misma edad...
- Pues mi madre dice que un profesor debe adaptarse a la mente del chico o la chica a quien enseña y que a cada alumno hay que enseñarle de manera distinta.
- En aquella época no lo hacían así. Pero si no te gusta, no tienes por qué leer el libro.
- Yo no dije que no me gustara -respondió con presteza Margie. Todo lo contrario.
Ansiaba enterarse de más cosas sobre aquellas divertidas escuelas.
Apenas habían llegado a la mitad, cuando la madre de Margie llamó: -¡Margie! ¡La hora de la escuela!
- Todavía no, mamá -suplicó Margie, alzando la vista.
- ¡Ahora mismo! -ordenó la señora Jones.-Probablemente es también la hora de
Tommy.
- ¿Me dejarás leer un poco más del libro después de la clase? -pidió Margie a Tommy.
- Ya veremos -respondió él con displicencia. Y se marchó acto seguido, silbando y con su polvoriento libro bajo el brazo.
Margie entró en la sala de clase, próxima al dormitorio. El profesor mecánico ya la estaba esperando. Era la misma hora de todos los días, excepto el sábado y el domingo, pues su madre decía que las pequeñas aprendían mejor si lo hacían a horas regulares. Se iluminó la pantalla y una voz dijo:
- La lección de aritmética de hoy tratará de la suma de fracciones propias. Por
favor, coloque los deberes señalados ayer en la ranura correspondiente.
Margie obedeció con un suspiro. Pensaba en las escuelas antiguas, cuando el abuelo de su abuelo era un niño, cuando todos los chicos de la vecindad salían
riendo y gritando al patio, se sentaban juntos en clase y regresaban en mutua
compañía a casa al final de la jornada. Y como aprendían las mismas cosas, podían ayudarse mutuamente en los deberes y comentarlos. Y los maestros eran
personas... El profesor mecánico destelló sobre la pantalla: “Cuando sumamos las
fracciones una mitad y un cuarto”.
Margie siguió pensando en lo mucho que tuvo que gustarles la escuela a los chicos en los tiempos antiguos. Siguió pensando en cómo se divertían.
Título Original: TheFunTheyHad © 1951. Isaac Asimov (Rusia-Estados Unidos,
1920-1992)
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